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martes, 3 de noviembre de 2015

ÁNGELA. CFGM CAE. 1er MES MOVILIDAD. MALTA

Tenía muchas dudas sobre si debía aceptar o no el destino que me habían propuesto. Desde el principio yo tenía en mente el ir a Reino Unido o Irlanda o incluso a Alemania, pero Malta era un opción que no se me había pasado por la cabeza en ningún momento y cuando me dijeron que buscaban gente de prácticas allí, no supe que responder. Consulté con mis padres, pues era un destino totalmente diferente a lo que yo me había mentalizado y al final decidí aceptarlo. Este cambio de planes sumó más nervios si cabía a la situación. 

El verano se basó en el estar todo el día pendiente del portátil; mirando el tiempo y estimando que haría allí para empezar a preparar la ropa que me tenía que llevar, buscando fotos para ver cómo era, mirando vuelos, zonas para salir, el hospital… Los nervios que tenía se aplacaron un poco cuando me dijeron que al final no iba a ir sola, sino que venían conmigo un chico del OSCUS de Sevilla y una chica de Jerez. 

En ese momento respiré aliviada, porque aunque yo ya me había hecho a la idea de ir sola, me gustaba mucho más pensar que tendría compañía allí. El día antes de venirme fue el peor de todos, tenía que dejar ya todo cerrado y preparado pues el vuelo salía temprano y a mis nervios se les unían los de mi familia que también estaban asustados y tristes. Yo me encontraba decidida y con muchas ganas de irme, pero una visita sorpresa de mi mejor amiga hizo que toda la seguridad que tenía se tambalease; empezó a pesarme el estar 3 meses fuera de mi ciudad, de mi casa, lejos de mi familia y amigos, con gente extraña y hablando un idioma extranjero. A todo eso le añadí la experiencia de las prácticas, que iba a ser tan nueva como todo lo demás. Me sentí sola y al borde del abismo, poniéndome al cuello una soga que yo misma había hecho, pero intenté dejar de centrarme en esas cosas y pensar que todo iba a ir bien.




La mañana de la despedida en el aeropuerto fue muy triste, sobre todo el momento en el que tuve que darle un último abrazo a mi hermano. Cuando me di la vuelta y me dirigí hacía el arco de seguridad, empecé realmente a darme cuenta de que estaba sola, tenía que responder por mí porque nadie iba a hacerlo, no estaban mis padres para apoyarme y ayudarme ni mis amigos para animarme, no había tiempo para estar triste ni deprimida, tenía que estar atenta para hacer las cosas bien. Busqué mi vuelo y me dirigí hacia la puerta de embarque. El vuelo fue tranquilo, incluso dormí un poco. Cuando llegué al aeropuerto de Barcelona, busqué a la chica de Jerez, que había llegado unas horas antes y estaba allí esperándome pues casualmente teníamos que coger el mismo vuelo hasta Malta. Nos presentamos y empezamos a hablar, Se llamaba Alba, teníamos muchas cosas en común y nos hicimos amigas al instante.

Cuando llegamos a Malta era de noche y esto nos puso un poco más nerviosas de lo que ya estábamos. Cuando salimos del aeropuerto, ella se fue en bus a su piso mientras que a mí me recogió el intermediario y me llevó a la casa donde me quedaría hasta diciembre. Cuando llegué a la casa, la familia me acogió muy bien. Son una pareja mayor, tranquila y amable. La mujer se llama Marlene y se porta conmigo como se portaría cualquier abuela con sus nietos. El día que llegué a la casa, no estuve sola, en la casa ya había dos estudiantes italianas, Paola y Michela, de las que me hice muy amigas, que habían llegado un día antes que yo.

Aunque en la casa estaba muy agusto, las primeras semanas lo pasé mal. Echaba mucho de menos a mi familia y me sentía muy sola aquí pues no tenía confianza con nadie aún. Una vez que empecé las prácticas, empecé a sentirme un poco mejor, pues ya tenía una rutina y no tenía tanto tiempo para pensar en mi familia y amigos hasta el punto de ponerme triste porque os echaba de menos. Aunque iba con muchas ganas e ilusión por empezar a trabajar, el comienzo fue un poco duro, ya que como soy una estudiante aún, no confiaban en que pudiera cubrir los objetivos que me fijaban de forma satisfactoria y al principio se mostraban reacios a mi colaboración en las tareas del hospital, pero poco a poco me fueron conociendo y dándose cuenta de que estaba capacitada para realizar las tareas que me encomendasen y dispuesta a aprender cosas nuevas. Ahora cuentan conmigo como una más.
El tema de la confianza con mis compañeros también mejoró y me sirvió para formar una mini familia aquí con ellos.



Empezamos a salir los fines de semana para hacer turismo y esto favoreció mucho la visión que teníamos del país. Al llegar nos esperábamos algo más europeo pero debido a la ocupación turca que tuvieron, están muy influenciados por esta cultura y son mucho menos occidentales que otros países de la unión europea. Incluso la Valletta que es la capital del país, parece un barrio obrero de Sevilla, es pequeña y tampoco tiene mucho que ver. Acostumbrados nosotros a grandes ciudades con capitales impresionantes y pobladas, esto al principio nos chocó un poco, pues todo era diferente, mucho más pequeño, pero poco a poco le fuimos encontrando el encanto. Malta tiene ciudades preciosas con unas iglesias y catedrales dignas de ver al menos una vez en la vida y playas muy bonitas y diferentes a las de España.

Además de Malta, nos propusimos visitar también las islas vecinas, Comino y Gozo. A Gozo aún no hemos tenido la oportunidad de ir pero sí que fuimos hace unas semanas al Blue Lagoon en Comino. El paisaje era de película y tuvimos la oportunidad de nadar dentro de unas cuevas. Desde que estoy aquí, es la experiencia que más me ha gustado.

También empezamos a hacer vida los fines de semana por la noche, a ponernos al día de donde sale la gente de nuestra edad y comenzamos a frecuentar los pubs de Paceville y Sliema. El que más nos gusta es el Native Bar, pues es el que tiene más ambiente español. Allí hemos conocido mucha gente tanto española como italiana, francesa o rusa. También hay muchos portugueses que se alegran de encontrar gente con quién practicar español.

Mi primer mes en Malta ha tenido tanto cosas malas como cosas buenas, pero las experiencias positivas que estoy viviendo aquí y todo lo que estoy aprendiendo hacen que me sienta cada vez mejor. Tengo la sensación de que los dos meses que me quedan se me pasaran volando y voy a echar mucho de menos esto cuando llegue el momento de irme.







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