Tenía muchas dudas
sobre si debía aceptar o no el destino que me habían propuesto. Desde el
principio yo tenía en mente el ir a Reino Unido o Irlanda o incluso a Alemania,
pero Malta era un opción que no se me había pasado por la cabeza en ningún
momento y cuando me dijeron que buscaban gente de prácticas allí, no supe que
responder. Consulté con mis padres, pues era un destino totalmente diferente a
lo que yo me había mentalizado y al final decidí aceptarlo. Este cambio de
planes sumó más nervios si cabía a la situación.
El verano se basó en el estar
todo el día pendiente del portátil; mirando el tiempo y estimando que haría
allí para empezar a preparar la ropa que me tenía que llevar, buscando fotos
para ver cómo era, mirando vuelos, zonas para salir, el hospital… Los nervios
que tenía se aplacaron un poco cuando me dijeron que al final no iba a ir sola,
sino que venían conmigo un chico del OSCUS de Sevilla y una chica de Jerez.
En
ese momento respiré aliviada, porque aunque yo ya me había hecho a la idea de
ir sola, me gustaba mucho más pensar que tendría compañía allí. El día antes de
venirme fue el peor de todos, tenía que dejar ya todo cerrado y preparado pues
el vuelo salía temprano y a mis nervios se les unían los de mi familia que
también estaban asustados y tristes. Yo me encontraba decidida y con muchas
ganas de irme, pero una visita sorpresa de mi mejor amiga hizo que toda la
seguridad que tenía se tambalease; empezó a pesarme el estar 3 meses fuera de mi
ciudad, de mi casa, lejos de mi familia y amigos, con gente extraña y hablando
un idioma extranjero. A todo eso le añadí la experiencia de las prácticas, que
iba a ser tan nueva como todo lo demás. Me sentí sola y al borde del abismo,
poniéndome al cuello una soga que yo misma había hecho, pero intenté dejar de
centrarme en esas cosas y pensar que todo iba a ir bien.
La mañana de la
despedida en el aeropuerto fue muy triste, sobre todo el momento en el que tuve
que darle un último abrazo a mi hermano. Cuando me di la vuelta y me dirigí
hacía el arco de seguridad, empecé realmente a darme cuenta de que estaba sola,
tenía que responder por mí porque nadie iba a hacerlo, no estaban mis padres
para apoyarme y ayudarme ni mis amigos para animarme, no había tiempo para
estar triste ni deprimida, tenía que estar atenta para hacer las cosas bien.
Busqué mi vuelo y me dirigí hacia la puerta de embarque. El vuelo fue
tranquilo, incluso dormí un poco. Cuando llegué al aeropuerto de Barcelona,
busqué a la chica de Jerez, que había llegado unas horas antes y estaba allí
esperándome pues casualmente teníamos que coger el mismo vuelo hasta Malta. Nos
presentamos y empezamos a hablar, Se llamaba Alba, teníamos muchas cosas en
común y nos hicimos amigas al instante.
Cuando llegamos a
Malta era de noche y esto nos puso un poco más nerviosas de lo que ya
estábamos. Cuando salimos del aeropuerto, ella se fue en bus a su piso mientras
que a mí me recogió el intermediario y me llevó a la casa donde me quedaría
hasta diciembre. Cuando llegué a la casa, la familia me acogió muy bien. Son
una pareja mayor, tranquila y amable. La mujer se llama Marlene y se porta
conmigo como se portaría cualquier abuela con sus nietos. El día que llegué a
la casa, no estuve sola, en la casa ya había dos estudiantes italianas, Paola y
Michela, de las que me hice muy amigas, que habían llegado un día antes que yo.
Aunque en la casa
estaba muy agusto, las primeras semanas lo pasé mal. Echaba mucho de menos a mi
familia y me sentía muy sola aquí pues no tenía confianza con nadie aún. Una
vez que empecé las prácticas, empecé a sentirme un poco mejor, pues ya tenía
una rutina y no tenía tanto tiempo para pensar en mi familia y amigos hasta el
punto de ponerme triste porque os echaba de menos. Aunque iba con muchas ganas
e ilusión por empezar a trabajar, el comienzo fue un poco duro, ya que como soy
una estudiante aún, no confiaban en que pudiera cubrir los objetivos que me
fijaban de forma satisfactoria y al principio se mostraban reacios a mi
colaboración en las tareas del hospital, pero poco a poco me fueron conociendo
y dándose cuenta de que estaba capacitada para realizar las tareas que me
encomendasen y dispuesta a aprender cosas nuevas. Ahora cuentan conmigo como
una más.
El tema de la
confianza con mis compañeros también mejoró y me sirvió para formar una mini
familia aquí con ellos.
Empezamos a salir
los fines de semana para hacer turismo y esto favoreció mucho la visión que
teníamos del país. Al llegar nos esperábamos algo más europeo pero debido a la ocupación
turca que tuvieron, están muy influenciados por esta cultura y son mucho menos
occidentales que otros países de la unión europea. Incluso la Valletta que es
la capital del país, parece un barrio obrero de Sevilla, es pequeña y tampoco
tiene mucho que ver. Acostumbrados nosotros a grandes ciudades con capitales
impresionantes y pobladas, esto al principio nos chocó un poco, pues todo era
diferente, mucho más pequeño, pero poco a poco le fuimos encontrando el
encanto. Malta tiene ciudades preciosas con unas iglesias y catedrales dignas
de ver al menos una vez en la vida y playas muy bonitas y diferentes a las de
España.
Además de Malta,
nos propusimos visitar también las islas vecinas, Comino y Gozo. A Gozo aún no
hemos tenido la oportunidad de ir pero sí que fuimos hace unas semanas al Blue
Lagoon en Comino. El paisaje era de película y tuvimos la oportunidad de nadar
dentro de unas cuevas. Desde que estoy aquí, es la experiencia que más me ha
gustado.
También empezamos a
hacer vida los fines de semana por la noche, a ponernos al día de donde sale la
gente de nuestra edad y comenzamos a frecuentar los pubs de Paceville y Sliema.
El que más nos gusta es el Native Bar, pues es el que tiene más ambiente
español. Allí hemos conocido mucha gente tanto española como italiana, francesa
o rusa. También hay muchos portugueses que se alegran de encontrar gente con
quién practicar español.
Mi primer mes en
Malta ha tenido tanto cosas malas como cosas buenas, pero las experiencias
positivas que estoy viviendo aquí y todo lo que estoy aprendiendo hacen que me
sienta cada vez mejor. Tengo la sensación de que los dos meses que me quedan se
me pasaran volando y voy a echar mucho de menos esto cuando llegue el momento
de irme.
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